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21 octubre 2020

El Papiro de Derveni

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Origen del Universo según el Papiro de Derveni. Fragmento extraído de nuestro libro El verdadero rostro de Dios. Las nuevas claves del Santo Grial.

 

En 1962, un grupo de arqueólogos se encontraba trabajando en un yacimiento de la pequeña localidad de Derveni, cercana a Tesalónica, Grecia. Allí, protegida de la destrucción –del tiempo y del hombre– por toneladas de tierra, hallaron una jarra de bronce que contenía varios objetos funerarios y restos de un papiro quemado. Este documento, que se conoce como el Papiro de Derveni, datado sobre el siglo V-IV a.C., pertenece a esta religión órfica, y su contenido es de lo más sugerente.

Papiro de Derveni

Se trata de un texto interno de la congregación, de uso exclusivo para los iniciados. En él, entre muchas más sorpresas, se habla del doble sentido que encierran los mitos, y que la comprensión de este doble sentido sólo está reservado a los seguidores de dicha religión:

 “(También demostraré que Orfeo compuso un himno que dice cosas saludables y permisibles. Porque estaba hablando alegóricamente con su composición, y era imposible (para él) establecer la literalidad de sus palabras y lo que significaban. Su composición es una rareza, un acertijo para los seres humanos. Pero Orfeo no deseaba con ello decir acertijos increíbles, sino cosas importantes por medio de acertijos. De hecho, está hablando alegóricamente desde su primera palabra hasta la última, como lo revela incluso en su reconocido verso: porque cuando le dice a sus oídos "cerrad las puertas", quiere decir que no está haciendo composiciones para la mayoría de las personas, (sino que sólo se dirige a) aquellos que son puros de oído...”[i]

 El contenido fundamental del Papiro de Derveni desvela la auténtica explicación del mito órfico de la creación del Universo. Es necesario conocerlo para comprender el alcance de lo que se va a desvelar a continuación.

Según los órficos, el Universo se originó del siguiente modo. Del dios Caos (o de Noche, según la versión) nacen Urano y Gea. Urano conoce un oráculo que le dice que uno de sus hijos lo destronará de su reinado; así que decide copular permanentemente con su hermana Gea e impedir que sus hijos salgan del interior de la madre. Esta, al sentir toda la presión de tantos hijos en su vientre, decide tramar un plan con uno de ellos, Cronos, para liberarse de semejante martirio: le pide que le corte los genitales a su padre. Ese seno materno de Gea también es conocido como Huevo Órfico, o Huevo Primigenio.

Cuando Cronos cumple con el plan previsto, el material genético de Urano, junto con todos los hijos que ya había engendrado, salen proyectados en lo que se conoce como la Eyaculación de Éter. De esta eyaculación surge otro dios, Fanes, que significa el muy brillante, aunque sería más preciso decir que esa misma eyaculación se identifica con Fanes, y no que el dios Muy Brillante surge de un acontecimiento exterior a él.

Después de este gran resplandor, Fanes desaparece y comienza el verdadero reinado de Cronos. Al igual que ocurrió con su padre, Cronos también siente la necesidad de reproducirse, y también lo hace con una hermana, Rea. También él conoce otro oráculo que le pronostica un final idéntico al de Urano: será destronado por un hijo.

Por su experiencia, Cronos sabía lo que le esperaba de haber actuado como su progenitor, de modo que decidió no retener a sus hijos en el seno materno. La solución que encontró fue permitir que nacieran, pero, inmediatamente después de salir al exterior, se los comería. La madre, como todas las madres, no podía soportar esa acción contra natura y decidió poner fin a tan cruel práctica; de modo que engañó a Cronos sustituyendo a uno de sus hijos, Zeus, por una piedra envuelta en un manto. Pasado un tiempo, se cumplió el oráculo. La titánide Metis, a instancias de Zeus, le proporcionó a Cronos un emético que le provocó el vómito y le hizo expulsar a los hijos devorados. Zeus aprovechó el momento para encabezar una rebelión contra su padre y los hermanos de este, los Titanes. Esto desembocó en una guerra llamada Titanomaquia, en la que Zeus, cuyo epíteto más conocido es el que reúne las oscuras nubes, combate lanzando rayos contra sus enemigos. Finalmente, el bando de los Crónidas sale victorioso, y los Titanes son apartados a la zona más oscura y alejada del Hades, el Tártaro. De este modo, Zeus pasa a gobernar el Olimpo, un reino frío y luminoso. Que el Olimpo es luminoso, lo sabemos por la propia etimología de la palabra. Όλυμπος (transliterado, Ólympos), significa luminoso, y su carácter frío se deduce del extendido apelativo nevado Olimpo. Fijaos cómo define Homero dicho reino. En la Ilíada, Canto I, verso 414, se dice:

Yo misma iré al nevado Olimpo y hablaré a Zeus...”

O en el canto XVIII, verso 184:

“Me manda Hera, la ilustre esposa de Zeus, sin que lo sepan el excelso Cronida ni los demás dioses inmortales que habitan el nevado Olimpo

O en el mismo canto, verso 614:

“Y Tetis saltó, como un gavilán desde el nevado Olimpo, llevando la reluciente armadura que Hefesto había construido”.

 Esta historia que acabamos de resumir, aunque parezca increíble, tiene todo el aspecto de la actual teoría de la creación del Universo, desarrollada a partir de los trabajos de Albert Einstein, la teoría del Big Bang.

El Big Bang y las Edades del Universo

Según esta, nuestro Universo surge de un Huevo Cósmico del tamaño de un átomo que contiene la materia que compone todo lo que actualmente conocemos. En un momento determinado, este huevo estalla y se produce una gran proyección de materia, acompañada de un inmenso destello –Fanes–. Esta fase, semejante a una eyaculación, se denomina Inflación Cósmica, y sus últimos restos se han podido fotografiar: es la denominada Radiación de Fondo de Microondas.

Después de la inflación cósmica y el gran fogonazo que la acompañó, sobrevino una Edad Oscura en la que, debido al enorme calor, las partículas subatómicas se movían con tal velocidad y se entrechocaban con tal violencia que, en lugar de unirse para crear materia compleja, permanecían como una sopa de gas oscuro, formada por elementos subatómicos dispersos. El nombre de esta fase se debe a que los fotones que trataban de escapar de la masa surgida de la Gran Explosión eran inmediatamente reabsorbidos por la enorme densidad de dicha nube gaseosa, y el Universo se convirtió en un lugar absolutamente oscuro, pero lleno de materia, como la tripa de Cronos. ¿Habrá alguna relación entre este hecho y que Cronos sea el dios que devoraba a sus hijos en el mismo momento de salir al exterior de Rea, hijos luminosos que luego formaron parte del luminoso Olimpo –valga la triple redundancia–?

El astrofísico Miguel Ángel Sabadell, editor de ciencia de la revista Muy Interesante, habla de la Edad Oscura del Universo en un artículo titulado La edad oscura del cosmos:

 “Durante cientos de millones de años, una nube de gas opaco encapotó el universo, hasta que fue electrificado por una intrigante fuente de radiación... Hasta entonces, la historia del cosmos se había caracterizado por la monotonía, únicamente rota por fotones chocando contra el plasma que llenaba el espacio; electrones libres; y núcleos de hidrógeno y helio moviéndose a velocidades frenéticas. La luz era incapaz de escapar de esas continuas colisiones, por lo que el universo era opaco a la radiación. Pero la temperatura cósmica descendió lo suficiente para que los núcleos de hidrógeno y helio atraparan los electrones que volaban a su alrededor y se convirtieran en átomos neutros, con lo que los fotones dejaron de interaccionar con la materia. Este momento de desacoplamiento hizo que el universo se volviera transparente: la luz pudo escapar y hoy la podemos ver en forma de la citada radiación que permea el espacio.”[ii]

 En este punto, nos gustaría recordar que el epíteto más famoso de Zeus es: el que reúne las oscuras nubes, el que amontona las nubes. ¿Puede ser que Zeus no sea más que un acertijo órfico para referirse a la etapa del Universo en la que las oscuras nubes de gas que conformaban la Edad Oscura fueron amontonadas, densificadas, y los rayos que lanzaba contra su padre, una velada referencia a esa intrigante fuente de radiación que las electrificó y facilitó el advenimiento de un reino de materia fría y luminosa?

Volviendo al Big Bang, cuando la materia subatómica presente en la Edad Oscura se enfrió, los fotones pudieron escapar de la fuerte atracción que ejercía la masa gaseosa, y es en ese momento cuando comienza a iluminarse el Universo. Al mismo tiempo, las partículas subatómicas empezaron a emparejarse y a formar los átomos que componen toda la materia que hoy conocemos. Y, si todavía existe el mundo físico, es porque vivimos en el reino de Zeus, es decir, en el nevado Olimpo, literalmente, en un universo frío y luminoso, gracias a lo cual, es posible que las partículas subatómicas puedan mantenerse emparejadas formando átomos complejos, la materia.

El aclamado astrofísico y cosmólogo Stephen Hawking, en su libro La teoría del todo, dice:

 “A temperaturas muy altas, las partículas se moverán con tanta rapidez que pueden escapar de cualquier atracción mutua causada por fuerzas nucleares o electromagnéticas. Pero cuando se enfríen, cabe esperar que las partículas que se atraen mutuamente empiecen a agregarse.”[iii]

 Partículas encerradas en el interior de un Huevo Cósmico; Gran Explosión que las libera con gran resplandor, a modo de potente eyaculación brillante; nubes de gas oscuro que opacan el Universo; partículas que no se pueden emparejar para crear materia compleja a causa del tremendo calor que las mantiene en veloz movimiento y en constante choque; fotones luminosos que, tras nacer, son inmediatamente devorados por la misma masa gaseosa de la que surgieron; una extraña fuente de radiación lanzada contra las oscuras nubes que las electrificó y densificó; enfriamiento de la sopa subatómica y emparejamiento de las partículas para dar origen a un Universo frío y luminoso. Todas las fases de la creación propuestas por la teoría del Big Bang son idénticas a la que los órficos elaboraron varios siglos antes de Cristo, con la única diferencia de que estos hacen intervenir en el proceso una poco científica, pero –y estamos completamente seguros de ello– muy cierta, Inteligencia Divina.

Muchos podrán pensar que ambas situaciones son meras coincidencias, que es imposible que antes del actual desarrollo tecnológico alguien pudiera saber lo que sabemos hoy en día. Para ellos, los mitos no son más que una forma de explicar los fenómenos naturales utilizando símiles humanos y, como tales, únicamente narran situaciones extrañas, sí, pero absolutamente enmarcadas dentro del ámbito del comportamiento humano. Sería de locos pensar que detrás de tales dioses pueda haber la más mínima referencia a la física de partículas. Y, sin embargo...

Uno de los mayores expertos mundiales en el Papiro de Derveni es el profesor Alberto Bernabé Pajares, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid. En su estudio La teogonía órfica del papiro de Derveni, el profesor Bernabé traduce un fragmento muy curioso:

 “Así que dice (Orfeo) que este Crono nace del Sol y de la Tierra, porque (los seres) tuvieron su origen por el chocarse de unos contra otros por causa del sol.”[iv]

 Inmediatamente después, analiza la traducción:

 “La segunda parte de este texto se interpreta a la luz de la afición etimológica del comentarista unida a su método alegórico, que le llevan a explicar Κρόνος a partir del verbo κρούω ‘entrechocar’, más concretamente, como procedente de κρούων νόος “Intelecto que choca”, de acuerdo con lo dicho en la col. XIV 7

...

llamando Crono al Intelecto que hace que las cosas se entrechoquen

 Un poco más adelante, el profesor Bernabé hace una llamativa afirmación:

 “Esta pintoresca explicación etimológica le permite sustituir alegóricamente la genealogía tradicional Cielo–Crono por una especie de interpretación atomista en la que intervienen el sol como fuente de calor y la actuación mecánica de una serie de partículas que se entrechocan, al modo de la teoría atomista…”

 Vámonos a la columna XXI. Allí, el autor del papiro nos habla de Zeus, el hijo de Cronos, y dice así:

 “... ni el frío con el frío. Al decir "(cuando Zeus) montó" (Orfeo) revela que (los elementos), divididos en pequeños pedazos, se movieron y se "montaron" en el aire, y al "montarse" se unieron entre sí. Siguieron "montándose" hasta el punto en que cada uno se juntó con su semejante. "Afrodita Celestial", "Zeus", "afrodisíaco", "montar", "Persuasión" y "Armonía" son nombres convencionales para el mismo Dios. Se dice que un hombre que se une sexualmente con una mujer se "afrodiza", como dice el dicho. Porque cuando las cosas que ahora existen se unieron entre sí, (Dios) se llamó "Afrodita". (Fue nombrado) "Persuasión" porque las cosas que existen "cedieron" el uno al otro; "ceder" es lo mismo que "persuadir". (Fue nombrado) "Armonía" porque encajó (hermose) muchos (elementos) a cada una de las cosas que existen;...”

 Si los órficos reconocían que Cronos significaba entrechocar, la palabra griega aquí empleada para referirse a emparejar es ζευγάρωμα (transliterado, zeugároma), y zeugároma tiene la misma raíz que yugo; o que cigoto, el huevo fecundado; y también tiene la misma raíz que Zeus. Es decir, nos encontramos con una nueva asimilación del nombre de un dios con una palabra que hace referencia a un principio físico presente en una determinada etapa de la creación del Universo.

Y no, esta exégesis interna, elaborada por una Congregación del Becerro, más conocida como Orfismo, no se centra en retorcidas cualidades humanas aplicadas a los dioses de la Creación para mitigar el sentimiento de insignificancia del ser humano. Está hablando claramente de partículas que, a causa del calor, se entrechocan sin poder emparejarse, dentro del reinado del dios Cronos, que significa entrechocar; y de esas mismas partículas uniéndose entre sí merced a unas fuerzas atractivas que pudieron realizar su cometido en un contexto de frío, y que formaron las cosas que ahora existen, en el frío y luminoso reinado de Zeus, que significa emparejar.



[i] Anónimo. The Derveni Papyrus ("Diagoras of Melos, Apopyrgizontes Logoi?"): A New Translation. (Edición de Richard Janko. 2001). (P. 21, col. VII). Classical Philology, Vol. 96, No. 1. pp. 1-32. The University of Chicago Press. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/1215469 [2019, 3 de noviembre].

[ii] Sabadell, Miguel Ángel (2017). La edad oscura del cosmos. Muy Interesante. Núm. 436. Edición digital. [En línea]. Disponible en:

https://www.muyinteresante.es/revista-muy/noticias-muy/articulo/la-edad-oscura-del-cosmos [2019, 3 de noviembre].

[iii] Hawking, Stephen (2007). La teoría del todo. (P. 88). (Traducción de Javier García Sanz. 2007). Barcelona. Random House Mondadori. ISBN-13: 978-84-8306-752-9.

[iv] Bernabé Pajares, Alberto (1999). La teogonía órfica del papiro de Derveni. (P. 321). Revista ARYS : Antigüedad, Religiones y Sociedades". V. 02. 1999. Pp. 301-338. Universidad de Huelva. Disponible en: http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/2703 [2019, 3 de noviembre].



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