Según el filósofo alemán Karl Jaspers, entre los siglos VIII y II
a.C., una misma línea de pensamiento apareció en tres lugares del mundo
aparentemente desconectados entre sí: Occidente, India y China.
Por otra parte, un científico e historiador almeriense del siglo XI,
Said Al-Andalusí, alguien que no estaba sometido a la inquisitorial
ortodoxia científica actual, reconoció que “las pirámides que están en
el alto Egipto” fueron construidas por Hermes, no como tumbas de
faraones, sino para “representar en ellas los atributos de las ciencias,
temiendo que desaparecieran sus trazas del mundo” por causa del
diluvio.
¿Tendrán algo que ver estas dos afirmaciones con la misteriosa carta
que Alejandro Magno le envió a su maestro Aristóteles en la que le
confesaba que “preferiría sobresalir por el conocimiento de las cosas
excelentes a sobresalir por mi poder”?
La estirpe de la serpiente
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